Un estudio reciente revela que comer un buen desayuno es clave para una vida más sana en la prevención del sobrepeso y obesidad.
El sobrepeso y la obesidad aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades graves como diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, cáncer, entre otros.
La investigación sobre nutrición, hábitos alimenticios saludables y cómo nuestra dieta afecta nuestras vidas cotidianas se lleva a cabo de manera regular con nuevos descubrimientos reportados todo el tiempo. Por ejemplo, un análisis cubierto recientemente por Medical News Today sugiere que algunos biomarcadores podrían predecir la efectividad de las dietas para bajar de peso.
La Dra. Hana Kahleova, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda (LLUSPH), en California, ha realizado un nuevo estudio sobre el vínculo entre el impacto de las comidas y su frecuencia de aumento de peso. Colaboró con colegas de su propia institución, así como del Instituto de Medicina Clínica y Experimental y el Instituto de Endocrinología, ambos con sede en Praga, República Checa.
Sus resultados fueron publicados en The Journal of Nutrition, y fueron co-escritos por el profesor Gary Fraser, de LLUSPH. El Dr. Kahleova presentará los hallazgos en la Conferencia Internacional sobre Nutrición en Medicina, en Washington, D.C., este 29 de julio.
Dirigido por el Dr. Kahleova, el estudio incluyó a 50.660 individuos adultos de población estadounidense, de 30 años en adelante. Se enfocó en el posible vínculo entre cuándo y con qué frecuencia comen las personas, y su índice de masa corporal (IMC).
Los participantes tenían varios tipos de cuerpo y tamaños; sus hábitos alimenticios y los resultados de salud se controlaron durante un período promedio de 7 años.
Al principio, se pidió a los participantes que rellenaran un cuestionario, detallando su historial médico, prácticas alimenticias, actividad física y otra información relevante. Como el estudio continuó, llenaron formularios de seguimiento declarando cualquier evento de salud importante. El cuestionario final de seguimiento informó con qué frecuencia los participantes tomaban sus comidas normalmente y en qué momentos del día.
El desayuno es bueno, la cena menos
El estudio tuvo varios hallazgos principales. En primer lugar, mostró que las personas que comían regularmente sólo una o dos comidas por día tenían una disminución en el IMC. Por el contrario, aquellos que comieron más de tres comidas al día aumentaron su IMC, y cuanto más comidas comieron, incluyendo meriendas, mayor fue el aumento de peso.
Los investigadores también encontraron que las personas que desayunaban con regularidad tendían a perder más peso que las personas que decidieron omitir el desayuno.
Más importante aún, los participantes cuya mayor comida del día fue el desayuno experimentó una gran disminución del IMC, en contraste con los que hicieron el almuerzo o la cena su comida más grande.
Además, los investigadores encontraron que saltarse la cena por completo y tener un largo, 18 o 19 horas, durante la noche rápidamente contribuido a la pérdida de peso.
Estos hallazgos confirman lo que también se dedujo de estudios previos realizados con muestras de población más pequeñas. La importancia del desayuno para nuestra dieta y su impacto en nuestra salud general se han apreciado durante mucho tiempo, sin embargo, este es el primer análisis reciente que se llevará a cabo en una muestra de población tan grande y sin restricciones.
La edad afecta el IMC
Los investigadores también destacaron que existe un fuerte vínculo entre el IMC y la edad avanzada. Según ellos, los participantes menores de 60 tendían a ganar más peso, mientras que los mayores de 60 tendían a experimentar una pérdida de IMC.
En este contexto, señalan que las personas menores de 60 años con hábitos dietéticos más conscientes, que comen el desayuno como su comida principal, tienden a evitar el aumento de peso que se espera en su categoría de edad.
“Antes de los 60 años, aquellos que comían calorías antes en el día tenían menos ganancia de peso”, dice el profesor Fraser. “Durante décadas, el efecto total [de comer regularmente un gran desayuno] sería muy importante”, añade.
Una comprensión más clara del impacto de la frecuencia de las comidas y la importancia que las comidas tienen en los niveles de IMC podrían ayudarnos a tomar decisiones mejores y más informadas sobre nuestras necesidades individuales de salud.
Fuente: Medical News Today
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